Cuando se tienen recuerdos infantiles de películas en blanco y negro, asociadas a olores, colores, etc, siempre es difícil ver remakes, y valorarlos en su justa medida. Hace unos días tuve un rato para ver la nueva versión de Ultimátum a la Tierra (The Day the Earth Stood Still, 2008).


Lo siento, pero está visto que los remakes no son lo mío. Cada vez que veo uno me parece peor que el anterior. En este caso, teniendo un guión y una enseñanza en la dirección del original de Robert Wise, se trata de una película sin alma, que no llega a clásico de clase Z, sin tensión, plana, previsible, y con unos personajes que son para llorar. Vale que nos sepamos la historia, pero por lo menos esperas que el director y los actores hagan un trabajo correcto, aceptable. Nunca he entendido el éxito de Keanu Reeves, Jenniffer Connelly se pasa todo el tiempo con cara de mema sorprendida, el niño es insoportable con sus traumas infantiles… vamos, noventa y pico minutos sin pena ni gloria, ni oficio ni beneficio, menos mal que no gasté en vano, porque no lo justifica ni la pantalla grande ni el 3D tan de moda ahora.

¿Y el robot? lo más amenazante, el guardián, el que asustaba en la versión de los 50… pues una especie de transformer venido a menos, light total, muta en una plaga de insectos metálicos cometodo, que devoran todo lo que pillan como si tal cosa, esto de la nanotecnología es lo que tiene… le sumamos un mensaje light de que los humanos somos guais, chachis y salvaremos la tierra porque estamos muy, muy asustados y arrepentidos, y ya hemos tranquilizado las conciencias, mientras seguimos destrozando el planeta hasta el próximo consuelo hipócrita de conciencias made-in-jollibú.

Para colmo de males, el ¿director? amenaza con dirigir los Cantos de Hyperion… pues nada, que le vaya bonito, a mi me puede esperar sentado. Sólo falta que salga también Keanu Reeves, que parece que sin él no se puede hacer sci-fi hoy en día. La culpa es de la sobrevalorada trilogía de Matrix, algo que nunca he entendido (exceptuando la primera).