J.G. Ballard publicó El mundo sumergido en 1962, al parecer en una raquítica y pobre edición. Sin embargo, éste y otros relatos publicados entre 1962 y 1966 le valieron para ser reconocido como una figura clave de la sci-fi británica que emergía en ese momento, y que algunos han identificado bajo el término de New Wave.

Estos primneros relatos de Ballard podrían calificarse como «apocalíticos», presentando situaciones y sociedades en las cuales el mundo está agotado, y se aproxima a un cambio radical y destructivo. En algunos casos han sido descritos como distopías apocalípticas. Sin embargo, El mundo sumergido no es una distopía, es el relato del final de una humanidad agonizante. No hay dónde ir, no hay a dónde escapar del cambio climático que se produce en el planeta. Una historia muy en la línea de las amenazas a la humanidad que pueblan la literatura sci-fi británica de la década de 1960.

Cambios en la radiación solar han hecho que los polos se fundan, suban el nivel del mar y de las aguas, y que la tierra se vaya inundando lenta pero inexorablemente. La ciudades están inundadas, y sólo en el área del círculo polar se puede sobrevivir. Ha aumentado la temperatura, se han expandido una flora y un medio ambiente casi triásico, y los reptiles ocupan el nuevo entorno. Un grupo de exploradores se encuentra terminando unos trabajos en los que antaño fue Londres, y en varios de ellos, se abre paso la idea de quedarse allí, de no partir, en una aceptación consciente, pero oculta, del cercano final. La llegada de un grupo de carroñeros introduce episodios de tensión, de violencia, mostrando que este comportamiento entre los humanos es innato, independientemente de la situación o el contexto, en una locura desatada que acaba con la muerte.

No es una sci-fi de acción: es una sci-fi de evolución de personajes. Los personajes se encuentran en un proceso de abandono, de autodestrucción consciente: la muerte se acerca, pero se resisten a abandonar su entorno y sus recuerdos, aunque inundados, e incluso prefieren adentrarse a morir en el ambiente pantanoso de calor abrasador. No hay héroes: sólo hay supervivientes, que se aferran a los restos de organización social o a la piratería y el pillaje, y entre ambos sólo queda la aceptación.

La lectura de este relato me ha resultado lenta, lenta… tanto como el proceso de cambio y la sensación de agobio del medio ambiente. La prosa es cuidada, pero llega a resultar monótona en ocasiones, incluso confusa con saltos sus saltos narrativos. No creo que sea uno de los mejores textos de Ballard, pero resulta interesante. Pídela en tu biblioteca.