No soy muy dado a calificar bien las películas de ciencia ficción. Será porque tengo una visión romántica de los clásicos, y poco hay ya capaz de sorprenderme. Sin embargo, califico a Interstellar, de C. Nolan, como magnífica.

Vaya por delante que no me convence mucho Nolan: creo que es un excelente director de acción y de fotografía, pero que flojea notablemente en personajes y en los clímax. Y creo que lo más redondo que ha hecho es la trilogía del murciélago enmascarado. Pero en esta ocasión me ha encantado.

Interstellar tiene todo lo que me gusta de la ciencia ficción: una amenaza medioambiental (o de otro tipo) a la humanidad; la búsqueda desesperada, a través de la ciencia, de una esperanza; el sacrificio personal; la fatalidad, la esperanza, la ciencia, lo incomprensible, el viaje de descubrimiento; lo más alto y lo más bajo de la naturaleza humana; la salvación. Si a estos elementos se unen una medida perfección en el desarrollo del relato, una fotografía magnífica y cuidada, sin escenas o metraje de más, y un correcto, que no perfecto, tratamiento de los aspectos científicos ¿qué más se puede pedir?

Puesto a ello, yo querría una nave como las ranger, y un robot como TARS o CASE. El sueño de todo aficionado que mira a las estrellas queriendo ir, y soñando con ello. Porque además es una película que me emocionó, realmente. Una mezcla de sensaciones como la alegría, el misterio, el desasosiego, la tristeza… eso es el cine. Y un cine con mayúsculas. Y es que es difícil resistir el poema de Dylan Thomas, Do Not Go Gentle Into That Good Night (1951).

Prefiero dejarlo aquí. De las emociones es difícil hablar. Así que para saber más puedes consultar las críticas de Sensacine, de Eureka en Naukas, y de Xataka.

 

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Interstellar, cerca de la maestría...
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Comentario personal sobre Interstellar (2014), dirigida por Christopher Nolan.