Inicio una nueva serie de entradas dedicadas a comentar (desde mi muy, muy particular punto de vista) los estrenos de ciencia-ficción de 2014 y 2015. Cacareados estrenos, teóricamente espectaculares y magníficas películas, según algunos pretendidos conocedores y sesudos críticos. Ya lo decían los abuelos, «de donde no hay, no se puede sacar».

La primera entrada de esta serie se la dedico a Marte (The Martian). ¿Marte? pero, ¿a qué lumbreras se le ocurren las traducciones de algunos títulos de películas? Es para enviarlo al jardín de infancia, para que aprenda a deletrear y a leer con una más que necesaria cartilla Rubio. Como estas películas hay que verlas en pantalla grande, pues allí que me fui a gastar los pocos euros que el presupuesto permite gastar en estos menesteres. Y, como no podía ser de otra forma, luego lamentarme de haberlo hecho.

Porque Marte (The Martian) es una película fría, sin sentimiento, impersonal, que no deja lugar a dudas: el prota es bueno, majo, magnífico, listo y científico, y se va a salvar sí o sí. El yerno que todos quieren tener. Matt Damon se está convirtiendo en un petardo… menos mal que nos queda la mala leche de los primeros Bourne. El resto de personajes, mejor obviarlos: chicos muy listos que no duermen pensando en cómo salvarlo, compañeros decididos a sacrificarse en un rescate casi imposible, en contra de sus jefes… un récord de tópicos por centímetro de metraje. ¿Y la historia? El guión no deja ni un resquicio para la duda, la frustración o la mala leche. Si no hay malo, si el protagonista sólo cultiva patatas, ¿qué pasa aquí? Porque no pueden venderme una historia de supervivencia con este envoltorio. Es un guión plano, aburrido, previsible… y largo, largo. Otra película a la que le sobran más de 30 minutos de metraje. Para este viaje no hacen falta alforjas. Lo único que me ha gustado ha sido la fotografía y el diseño de producción visual: muy cuidado, casi excelente, diría. Pero para ver buena fotografía y paisajes ya tengo los cortos de sci-fi disponibles en Youtube y Vimeo.

Lo del director ya es para nota. Ridley Scott es otro de esos directores que gastó todo su talento en sus primeras películas. Debemos estar agradecidos por Alien (1979), Blade Runner (1982) y esa pequeña joya fantástica que es Legend (1985). A partir de ese momento, bazofia tras bazofia, que culminó en el engendro de Prometheus (2012) insufrible bodrio que ya he comentado anteriormente, y que debería haberle devuelto a la escuela de cinematografía para aprender lo básico.

Así que me voy a aligenciar el relato original, y a leerlo con detenimiento. Seguro que es infinitamente mejor que este vacío juego de artificio visual construido a mayor gloria de la major de turno, que no del cine (con mayúsculas).

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Marte (the martian)... marciano total
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Crítica personal sobre Marte (The Martian)
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