Pacific Rim, o la infancia recuperada

En un verano tan cargado de cine sci-fi, y al precio que está todo, hay que selecionar muy mucho en que películas te gastas los cuartos. Tras mucho pensar, bueno, en realidad, poco, opté por Pacific Rim, y no quedé desilusionado.

Pacific Rim es lo que es: una película de aventuras, con buenos, malos, luchas, sacrificio y al final ganan los buenos, lo cual, con la que está cayendo, no es un valor menor. A partir de esta premisa de disfrutar en el cine viendo monstruos mecánicos dándose mamporros contra monstruos biológicos, la discusión sobre los valores cinamatográficos profundos queda a un lado.

Porque Pacific Rim, desde la perspectiva cultureta, no es una buena película. El argumento resulta bastante endeble, la historia es previsible, los personajes son muy planos… pero para los que en nuestra infancia vivíamos esperando las aventuras de Mazinger Z y sus luchas con los brutos mecánicos, es una vuelta al disfrute inocente, a la lucha de titanes, a la victoria de los buenos. Nada que ver con las insufribles memeces de los Transformers, insoportables en lo argumental y en la atropellada ejecución visual.

Visualmente, Pacific Rim tiene todo lo necesario: una ajustada fotografía, y unas comprensibles secuencias de acción: sabes lo que está pasando, quién está sacudiendo a quién, dónde, cómo y porqué. Los Jaegers y los Kaijus se enfrentan en una guerra sin cuartel por la conquista o la supervivencia del planeta, a partir de aquí, lagartos contra chapas. Disfruta, y no te preocupes de más. Además, Guillermo del Toro ya está preparando una segunda parte…