Tanto esperar, tanto esperar al verano de 2013, que prometía media docena de estrenos de rimbombante sci-fi, y, como escribió Miguel de Cervantes en ese famosos soneto con estrambote «fuese y no hubo nada«.

Comienzo esta revisión de cine sci-fi (en realidad ya la empecé con mi opinión sobre Pacific Rim en la entrada de agosto), abordando dos de los estrenos con grandes figuras de celuloide: After Earth con Will Smith y Oblivion, con Tom Cruise.

Empezando con After Earth, poco hay que decir: película a mayor gloria del hijo de Will Smith, el cual parece empeñado en convertirlo en actor a golpe de talonario. Por no ir más allá sobre la suerte de cuna que tienen algunos en el mundo, mejor vamos al guión. Éste se resume en chico conoce chicha, chico besa chica, chica se marcha… ah, no perdón, que eso es otra cosa… bueno, sí, el típico folletín inacabable de padres e hijos que no se comprenden, unidos en la adversidad, y el hijo demuestra al padre que bla, bla, bla... por el camino hay un alienígena malo, malote, al que le dan lo suyo. La dirige, por decir algo, un tal Shyamalan, que prometía bastante, pero eso fue hace mucho, mucho tiempo. Fin. Anda, si el guión recuerda una especie de copy&paste de Outlander

Así me gustan a mí las interfaces...

Así me gustan a mí las interfaces…

Continuando por Oblivión, cabe decir que ésta se aproxima un poco más a lo que podría ser una película de sci-fi. Basada en un relato gráfico (lo que antes llamábamos comic, sin mayores alharacas), ofrece un guión más elaborado, pero no por ello menos previsible, ya que a los 10 minutos de metraje ya intuyes todo lo que se asoma por detrás: el raro comportamiento de la central, los recuerdos de memoria recuperada… la historia contiene muchos elementos clásicos de la sci-fi de serie B de las décadas de 1950 y 1960. Cruise correcto en su papel, en una película que eleva, como casi siempre, Morgan Freeman, y que hunde, como casi siempre, una plana y aburrida Olga Kurilenko. El diseño de producción, los efectos y la elegancia visual le dan mil vueltas en calidad al bodriete de Will Smith. Lo malo es que la ha dirigido un tal Kocinski que, no contento con destrozar la memoria de Tron con Tron:Legacy, amenaza con destrozar también al memoria de El abismo negro